04 junio 2005

Expediente Chino

Hay que ver, que lo prometido es deuda y yo prometí escribir esto para El Pepe (a J.E. le jode que lo llame así, que para eso tiene un nombre bien bonito, pero a mí me gusta). Con un par de días de retraso, es verdad, pero los exámenes mandan y contra eso sí que no puedo hacer nada. Bueno, de hecho he estado haciendo cosas contra eso durante los últimos años, pero es que me estoy reformando XD.

Resulta que el otro día (martes? miércoles? yo también tengo un amigo alemán que me esconde las cosas) estuve cenando en un restaurante chino con unos amigos. Hasta ahí todo normal. Pero justo antes de empezar la cena, uno de ellos me dijo que si quería ver algo bueno, que me lavara las manos. Claro, inmediatamente uno piensa: ¿me está llamando guarro? ¿a mí? ¿en un RESTAURANTE CHINO?, pero me aclaró que fuera al baño cuando terminara la cena, que no había prisa, pero que me iba a gustar. Intenté no darle importancia a la cosa y no pensar que a unos metros de mí se hallaba algo que *necesitaba* ver, pero los que ya me conocéis, sabreis que resultó imposible. El comentario aparentemente inocente de mi amiguete J.A. (lo de las iniciales es porque necesito practicar: cuando sea mayor también quiero dedicarme a la prostitución de lujo... mmm... o al periodismo del corazón, que tampoco hay tanta diferencia) bastó para mantenerme en estado de impaciencia y anticipación durante el resto de la cena. ¿Qué será, será? Aventuré unas cuantas hipótesis: Grifería genital? papel higiénico de corazoncitos? Tapa de la taza del wáter superdiscofashion? De repente, el restaurante chino se había convertido en una cueva de Alí-Babá llena de maravillas por explorar.

En acabando la cena, y justo después de haber dado buena cuenta del flan (postre chino tradicional donde los haya, gracias Marco Polo), salí escopetado hacia el lavabo. Voy a intentar describiros la escena lo más fielmente que me sea posible:

El pasillo que llevaba a la puerta roja del lavabo no era tan cutre como el resto del restaurante (claro, al no tener nada más que paredes, no había nada que pudiera estropearlo) pero estaba oscuro y era más bien claustrofóbico: me sentí en casa. Empujé la puerta y lo que ví ya lo había visto antes minolles y minolles de veces: habitación estrecha de metro y medio por dos, lavamanos a la izquierda, y un inodoro (esta palabra siempre me ha hecho gracia... ¡uno de los mejores eufemismos que conozco!) frente a él separado del resto de la "espaciosa" estancia por otra puerta roja. Azulejos blancos en las paredes, espejo sobre el lavamanos y secamanos de aire a la izqauierda de éste (justo entre la puerta y el lavabo). Una papelerita llena de toallitas de celulosa y por supuesto una saludable población creciente de gérmenes y bacterias (me dieron la bienvenida, ¡me sentí como Mr. Marshall! al menos yo los oi. Lo puedo jurar. Existen porque los oi. Ningún médico podrá convencerme de lo contrario... los oi en mi cabeza, tan claro como oigo a todos los demás: Josecristo, Belecebob, El monstruo de las galletas, las docenas de mujeres que me desean todos los días...).

Volví a mirar a mi alrededor y mientras me preguntaba otra vez qué leches tenía de especial aquel sitio, la influencia subliminal del cuarto de baño hizo su efecto en mí y me dispuse a usar las instalaciones. En aquel momento mi estado de ánimo estaba repartido al 50% entre desconcertado y decepcionado.

Me situé delante de la taza y comencé el proceso de hacer mis cosas. Ni siquiera me molesté en cerrar la puerta que separaba el inodoro (juas, otra vez) del resto del aseo y ahí estaba yo: de pie, mirada al frente, cuando de repente tuve la sensación de que algo no encajaba. Una especie de instinto me decía que había algo fuera de lugar en ese baño (un instinto o el pollo estilo chino, vete tú a saber) y que tenía que echar otra ojeada. Pues eso, que me recliné hacia atrás para poder echar otro vistazo a través de la puerta abierta y al mirar a la izquierda tuve una bonita vista del lavamanos de frente. Entonces lo vi. No podía creerlo, ¡qué pequeño era el mundo! Casi lo pongo todo perdido, pero mi autocontrol se hizo cargo de la situación y me concentré en acabar lo que estaba haciendo lo más rápidamente posible. Fueron los 15 segundos más largos que recuerdo en mucho tiempo.

********** NOTA: Atención, esta parte que sigue es para los alicantinos nostálgicos. Intentaré explicar lo que significa para el resto de mi querido y respetado público, pero es complicado que lo entendais del todo si no habeis vivido aquí. Espero que me perdoneis esta pequeña licencia localista. **********

Ahí estaba, confirmado, no era un espejismo si no un agradable fantasma venido del pasado: echadle un vistazo a las fotos si no me creéis. Lo siento por la calidad de las fotos, pero lo único que tenía a mano era el móvil.





















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Imagen nostálgica 1
Casi hecho una lagrimita al ver que el secamanos provenía de Galerías Preciados. ¡Cuántos recuerdos!


Imagen nostálgica 2
No, no os lo estais imaginado: G A L E R I A S.

Imagen nostálgica 3
Aquí teneis un detalle del logo de Galerías Preciados (rojo con las letras en blanco) aunque la cámara y las condiciones de luz no permitieron que saliera más legible, aquí teneis la prueba de que lo intenté.


Imagen nostálgica 4
Una cosa curiosa: por supuesto intenté usarlo y secarme las manos con tan sorprendente hallazgo. Lamentablemente, la línea blanca que veis en la parte inferior de la foto es el cable del enchufe, que estaba desconectado. Al ir a enchufarlo, me topé con el agujero que se vé arriba a la izquierda en la foto: es el zócalo para la roseta del enchufe. ¡Estos chinos son la bomba! Tienen una reliquia y para ahorrar electricidad utilizan toallitas de celulosa... muy extraño.




Para los foráneos, diré que Galerías Preciados era una gran superficie que le hacía la competencia a El Corte Inglés. El que había en Alicante desapareció hace muchos años (yo diría que unos 10, pero no me hagáis mucho caso que las fechas no son lo mío) y era bueno porque estaba en la misma calle y le daba una especie de alternativa a la gente. Tenía un montón de marcas exclusivas que le daban mil vueltas al resto de marcas blancas de otras grandes superficies, sobretodo en alimentación y era bastante simbólico que tanto El Corte Inglés como Galerías estuvieran en estremos opuestos de la misma calle: uno al principio y otro al final. Parecía como un duelo en el Oeste, así uno a cada lado de la calle con más caché de la ciudad, el forastero contra el candidato popular "de toda la vida". Había rivalidad entre los centros comerciales. Las marujas eran de uno o de otro y daba mucha risa oirlas enfrentarse como si discutieran sobre equipos de fútbol con ese peculiar estilo que tienen las señoras mayores para llamarse de todo de manera solapada y sin levantar la voz. Qué recuerdos me traen las guerras de precios y las tardes comparando ofertas en uno y otro. La triste historia de este centro comercial es que Goliath venció a David y El Corte Inglés no sólo obligó a Galerías a cerrar su centro en Alicante (y eventualmente en el resto del territorio nacional) si no que además, fagocitó el edificio y lo desmanteló por completo, para poder poner su logo verde sobre las puertas automáticas. Este es un hecho que tuvo consecuencias terribles para la economía de buena parte de la ciudad, pero eso ya es harina de otro costal. Ahora ya no hay duelo en el Oeste de Maisonnave, ahora los dos edificios parecen más bien dos centinelas que aseguran que ningún comprador abandonará la calle sin transferir parte de sus fondos a la empresa con sede en C/ Hermosilla, 112 Madrid.

Total, que imaginaros mi sorpresa al encontrar en un restaurante chino, perdido por el mundo, un pedacito de la historia económica y social de mi ciudad. Sólo me habría causado más emoción si el secamanos hubiese sido de Simago (donde iba mi abuelo a comprar el chocolate que luego nos daba a escondidas a mi hermano y a mí: Dolca, de la variedad amarga. El envoltorio era negro con rayas amarillas... ¡qué rico! Más recuerdos).

Siguiendo con mi historia, salí del baño para reunirme con mis amigos y agradecerle a J.A. su "regalo". Cuando les dije que había hecho fotos me miraron con la cara de "qué friki eres y qué poco nos sorprende", pero eso sí, se rieron a gusto.

Total, pagamos la cuenta y nos dispusimos a marcharnos. Cuando pensaba que el chino no daría más de sí (y ya había dado bastante, entre la comida y los útiles sanitarios) volví a sacar el móvil del bolsillo para realizar más fotos. Lo que sigue es una secuencia para demostrar que el restaurante existe y para mostraros lo que había justo en frente, al otro lado de la calzada:






















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Imagen curiosa 1
La entrada del restaurante.


Imagen curiosa 2
¿Quién pondría un contenedor en la puerta de un restaurante chino? Obviamente, alguien que ya hubiera comido aquí. Esto es una indirecta de tamaño familiar, y lo demás es tontería.

Imagen curiosa 3
Otra parte de la secuencia. junto al chino una farmacia y ante ella, el coche oscuro número 1.


Imagen curiosa 4
Me giro un poco más y tiro otra foto. Justo en frente del coche oscuro número 1 podemos observar el coche oscuro número 2.


Imagen curiosa 5
Esta foto no forma parte de la secuencia, es sólo que antes de hacer el giro definitivo se me presentó la oportunidad de observar uno de los actos más esquivos de la naturaleza. ¡Un empleado del restaurante chino tirando 2 (dos) bolsas de basura! Así se desmiente la leyenda de que en los restaurantes chinos no se tira nada. Como el chino no volvió a salir a tirar más bolsas, se me planteó una duda: ¿cuántas bolsas de basura gastáis vosotros al día? En casa somos tres y un gato y tiramos 2 todas las noches... es inquietante pensar que en un restaurante con turno de mediodía y noche se producen tantos (o tan pocos) desperdicios como en una casa "normal". ¿El mito se desmiente o se confirma?

Imagen curiosa 6
El final de la secuencia. Esto es justo lo que uno se encuentra frente a la puerta del dichoso restaurante, delante del coche oscuro número 2. ¡Un inodoro portátil! (mira que me hace gracia esa palabra, oye). Chino - váter, chino - váter, chino - váter... ¿soy el único que ve una lógica en esto? Definitivamente, si el tipo que lo puso aquí era el mismo que el del contenedor, tenía sentido del humor. Si no era el mismo, creo que empezaré a preocuparme.


Imagen curiosa 7
Finalmente, como de noche no se veía demasiado bien la entrada del restaurante, mandé al becario del blog (o sea, yo) al día siguiente a que sacara una foto mejor. No sé porqué mis amigos me volvieron a decir que se me iba mucho la pelota, pero qué se le va a hacer, no podía descansar sabiendo que os debía una "información clara".




Y esta es la historia del Expediente Chino. Espero veros a todos en la puerta del establecimiento haciendo cola para fotografiaros junto al ¿electrodoméstico? que formó parte de la historia. A ver cuándo lo incluyen en las guías turísticas, que estoy previendo un negocio y un posible retiro feliz a los 35.

Ahora estoy bastante cansado, disculpadme por hoy. Volveremos con más aventuras.

Buenas noches y Saludos Peludos,

Diego.

6 Opinaciones:

Blogger Didacsoy dijo...

Perdonad por los grotescos espacios en blanco antes de las fotos. No sé qué leches le pasa al motor de Blogger, pero juro que el código está bien y sanote. Espero que no os moleste demasiado, pero después de perder más de media hora con las jodidas tablas, he desistido.

8:00 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

WOWWW Magnífico descubrimiento, sin duda es brutal, deberían poner un guarda delante del aseo antes de que en un dia de frustración y nostalgia decida ir a robar esa antiguedad del magnífico galerías.

Pero antes de mangarlo para regalárselo a mi futura esposa como regalo de aniversario lo usaré para conseguir una mujer con la que casarme, la invitaré a una cena "tope" romántica en el chino (jejeje), y como punto final de la noche le enseñaré el secador de manos para ser ya mas romántico si cabe jajajaja, sin duda alguna se tirará a mis brazos para tenerme mas cerca y asi ahogarme y salvar al resto de mujeres del planeta de mi romanticismo extinto (nunca mejor dicho).

Un saludo José Enrique.

7:21 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Sería interesante preguntar si ese secador está ahí desde antes de que cerraran Galerías o desde después.

7:22 p. m.  
Blogger Didacsoy dijo...

La pregunta preguntosa es intersante... tendré que hablar con los dueños del restaurante, a ver si le sonsaco algo. Jose Enrique, ¿pero tú no tenías amigas de esas romanticonas hasta la saciedad? guiño - guiño

11:03 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Las tengo y ahí están, pero conmigo ya hago yo que no sean tan romanticonas, calla calla nada mas me faltaba a mi eso, ¡¡vivir la vida en pro de mis instintos!! uff que estrés con lo que me preocupo yo por el prójimo femenino, que dolores de cabeza calla calla no quiero ni pensarlo.

11:18 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Jo cuanto tiempo de Galerías Preciados, yo iba a pasar el verano con mis abuelos en Zaragoza y mi abuela era de las de Galerías, el resto es historia, como tú cuentas, pero estaba más barato y mejor.
El Simago que yo conocí ahora es un Champion...

12:59 a. m.  

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