Tentación. Placer Prohibido.
Aquí estamos otra vez con un wonderfuloso post de fin de semana. No os quejéis que éste es de los mejores.
El viernes por la noche estuve en una especie de orgía. Como sé que ya tengo toda vuestra atención, voy a contar a vuestras mentes enfermas exactamente qué sucedió. Juro y perjuro que no me invento nada y que no faltaré a la verdad (ya sabéis, a no ser que me convenga) en las siguientes líneas.
Pues eso, que al principio de la noche estábamos solos la "Jefa" y yo. Luego entenderéis porqué la llamo "la jefa". Ella venía ya caliente, porque había estado con gente muy poco recomendable y se había tenido que reprimir durante más de una hora y media... pobrecita lo que debió de haber sufrido.
Total, que llegamos a su casa y nos pusimos cómodos, ambos quejándonos del durísimo día que habíamos tenido y empezamos a preparar lo que íbamos a necesitar: nos lavamos lo primero y luego elegimos los aceites y los "utensilios" que utilizaríamos. Los pongo entrecomillados porque porque acabamos usando cosas de lo más raras... y curiosamente, los que más problemas nos dieron fueron los más pequeños. Afortunadamente, en los grandes todos estuvimos de acuerdo. Como ambos somos unos ansias, nada más llegar, intentamos toquetear el asunto, pero claro, así sin preparación, lo primero que hizo la cosa fue bajarse de manera espectacular (si nunca lo habéis presenciado, es ciertamente memorable). La Jefa dijo que era normal y que ya vería cómo luego todo iba bien... yo pensé que era raro, pero que ella era la experta. Yo estaba nervioso porque justo se bajó al tocarlo yo... ¡imaginaos qué papelón! ¡A lo mejor la noche se jodía! ¡Y por mi culpa! Definitivamente fue un momento "Tierra Trágame(TM)"
Entre unas cosas y otras, antes de darnos cuenta nos metimos en harina. La Jefa es una maestra en eso de amasar estos cacharros, y después de enseñarme un rato, llegamos a la conclusión de que era tremendamente divertido y desestresante (bonito palabro, no sé si existe, pero vosotros entendéis lo que quiero decir, guiño-guiño), sobretodo con una cantidad así de material. Yo me moría de impaciencia, porque veía que las cosas habían empezado estupendamente y ya tenía ganas de ver en qué quedaba todo aquello, ¡porque acabamos montando un buen cirio! Os diré, que hubo un momento en que parecíamos auténticos profesionales (de hecho, los compañeros de piso de La Jefa lo sugirieron cuando llegaron al final, a tiempo de hacer una aparición especial y un "control de calidad"). Llegamos al momento mecánico de la historia, ya sabéis: cuando estás justo ahí dale-que-te-pego(TM) y pim-pam-pim-pam(TM) también, en ese momento en que estás en sintonía con lo que estás haciendo y pierdes la noción del tiempo. Justo en ese momento decidimos improvisar e incorporamos los instrumentos más pequeños a la fiesta. De hecho, tuvimos que hacer un parón para ponernos de acuerdo en cuáles servirían mejor. Al final nos decidimos por el clásico tapón y un tubito de cristal que La Jefa tenía por casa (aún no sé para qué se usaba el tubito antes de aquella noche; lo del tapón es tan obvio que no lo explicaré). Resultaron excelentes elecciones, pues nos permitieron lidiar muy eficientemente con tanto agujero. Otra cosa digna de mención, es que las cosas se hinchaban después de aplicarles los instrumentos; todos, los pequeños y los grandes, ¿eh? No esperaba yo que se notase tanto, aunque al final La Jefa se preocupó un poco porque cogieran demasiado volumen... pero me estoy adelantando.
Pues eso, que estábamos en plena fase de experimentación cuando llegaron el resto de invitados: una pareja (osea, un él y una ella, que también son pareja en la vida real) a los que llamaré cariñosamente Winnie y Tiger para preservar su anonimato. Nos saludamos, como es normal entre personas tan sofisticadas, pero cuando ellos vieron que el evento ya había empezado, decidieron no perder tiempo y enseguida los pusimos al día. Como ellos tampoco lo habían hecho nunca, (aunque Winnie es toda una experta en cosas parecidas... y su mamá también, que para eso la enseñó) La Jefa les fue dando indicaciones hasta que los cuatro funcionábamos como una máquina bien engrasada (por eso La Jefa era la jefa: era la única que parecía saber qué estaba haciendo). Otra vez pim-pam-pim-pam(TM). Nos repartimos el trabajo de la manera en que estábamos más cómodos: Winnie y yo nos encargamos de los utensilios y los agujeros, La Jefa se encargó del aceite y la parte final y Tiger iba de un lado a otro metiendo las narices en lo que podía. Cuando el trabajo en equipo dio sus primeros "frutos" (de los muchos -casi demasiados para mi gusto- de aquella noche), La Jefa nos dijo que tuviéramos cuidado, que no estaría bien acabar con aquello cuando estaba tan caliente (especialmente justo después de la parte del aceite) y que lo dejáramos enfriar, que podríamos volver sobre ello más tarde y disfrutarlo en condiciones.
Al cabo de un buen rato, Tiger y yo nos cansamos un poco de la historia comunal y decidimos ir a otra habitación a "tocar unas teclas". Ya sabéis lo que nos gustan nuestros cacharrines... ¡no podemos evitarlo! Mientras, al otro lado de la galería, Winnie y La Jefa seguían con lo suyo que si dale-que-te-pego(TM) y pim-pam-pim-pam(TM) (bueno, ya conocéis la historia, parece que ellas nunca se cansan con estas cosas). Y mientras estuvieron solas confabularon contra la parte masculina de la juerga, como más tarde comprobaría Tiger en carne propia al morder algo que sabía "demasiado salado", según palabras textuales. La mención de que las chicas estaban incorporando el chocolate fundido y otras coberturas al "proyecto" nos sacó de nuestro ostracismo y volvimos a ser un cuarteto. A estas alturas, ya sólo quedaba rematar la faena como orgullosos currantes y finiquitar aquello que se había estado calentando con el rollo del aceite durante casi toda la noche. Pequeños, grandes, un agujero, dos a la vez... incluso tres! Aquello parecía no tener fin. Disfrutamos como enanos y acabamos más que hartos... ahí había más placer del que podíamos digerir.
Cuando ya nos estábamos dando por satisfechos, aparecieron los compañeros de piso de La Jefa: uno picoteó un rato, pero dijo que se iba a ver la tele, que no estaba en condiciones de seguirnos el ritmo, y el otro, que apareció con su novia, dijo que se tenía que ir pronto a la cama. Nosotros pensamos que los dos (el tipo y la novia) querían quedarse con nosotros y disfrutar todos juntos, pero que aquella pareja no las tenía todas cosigo a la hora de digerir todo aquello. Finalmente, se demostró que nosotros teníamos razón (se habían quedado con las ganas) y ambos volvieron a por una mini-ración... asegurando que a la mañana siguiente se darían un buen homenaje a nuestra salud.
Lo mejor de toda esta historia es que La Jefa ¡¡¡me dejó sacarle unas fotos en pleno disfrute!!! Aquí tenéis el resultado que produjo tan memorable noche en unos pocos documentos gráficos:
Están un poco más abajo...
¡Eso, pasa hasta el fondo!
Sigue, sigue, no pares... ya casi está!
Aquí la tenéis en un momento chocolate.
No sé a cuál de los dos le hincaría el diente primero.
Estas tres son del resultado final de tanto esfuerzo.
Como podéis ver, los grandes son grandes. Los pequeños son... juguetones.
Sabía que os moríais por ver los utensilios de los que os he hablado. Aquí hay uno grande (la taza) y los dos pequeños. El tubito de cristal está justo delante del tapón de la botella de agua, aunque no se vea demasiado bien.
Al final, esta fue la historia del viernes por la noche. Yo iba a casa de una amiga a pasar un rato y al final me vi envuelto en una orgía repostera... y es que con tanto donut a uno se le iban los ojos y las manos. Ahora que sabéis qué pasó, volved a releer el post para limpiar vuestras conciencias, que tenéis la mirada sucia, ¡leñe!
En resumen: tanto donut es una tentación, y comérselos, un placer prohibido!
Me despido hasta mañana de tod@s vosotr@s. Buenas noches y Saludos Peludos,
Diego.
PD: He tenido que publicar esto desde el trabajo, aunque fue escrito ayer por la noche, porque me he mudado a la playa y allí no tengo internés (aunque supongo que será cuestión de tiempo que algún vecino "comparta" amablemente su wireless conmigo.
6 Opinaciones:
Sin duda un articulo genial.
Se te olvido decir que mientras uno se encargaba de los agujeros grandes, otro hacia los pequeños :P
Así que Winnie... por lo de regordete e inocenton :) pero a Tiggr si que le pega Tiggr... Aunque en casita tiggr soy yo (anonimo) y el es eeyore (igor pa' los amigos) que le gusta más aunque le pegue menos :P y a pesar de que pudiese ser al revés... creo que cada uno escogió al otro de nosotros... el es happy y yo pesimista y siempre estoy cansada... Finalmente apuntar que como nos ven los demás siempre es un misterio... yo soy verde :P
No se que me ha dado más envidia... si la primera vez que lo he leido (con la mirada sucia, he de admitir) o la segunda, con el hambre q tengo a las 00:50 en el ciber y sin haber cenado...
En cualquier caso ha sido un articulo realmente gracioso, las 2 veces q lo ley :D .
No te lo tomes así, lo de Winnie fue porque sabía que Tiggr tenía que ser Tiggr. Así que me pregunté: ¿quién va siempre con Tiggr? Pues Winnie, claro!
No me lo tome mal... simplemente es que Winnie no me gusta mucho... de hecho es el que menos me gusta :) Ves? el único al que la gente ve tal y como es es a Tiggr :P que es amarillo
Jur jur jur, me lo olía, pero ha estao mu gracioso, y mu wena pinta mmm
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