18 julio 2005

Qué será, será...

Bueno, chic@s, hoy es mi último día antes de las vacaciones. Como no tengo internete en casa (y tampoco pararé mucho por allí estos días) no creo que pueda seguir posteando durante un tiempo.

¡Nos vemos a la vuelta!

Buenas noches y Vacaciones Peludas,

Diego.

17 julio 2005

Si es que no pué ser.

Puto gemelo malvado que me publica cosas sin permiso. Por supuesto estoy hablando de algo que no ha pasado... sólo es una hipotitetisesínsilis de esas,

Diego.


PD: Tú no has visto naaaaaadaaaaaaa!

15 julio 2005

Un respiro

Sé que todos estais esperando que os cuente el viaje a Talavera y el concierto de los Scorpions, pero no va a poder ser hoy. Me disculpáis, ¿verdad? La crónica llegará, estad tranquilos, pero hoy no.

Estoy muy hecho polvo. Cansado, quiero decir. Agotado de hecho. Esta última semana, he invertido mucha energía en asuntos varios, de los que el concierto es sólo una parte: el viaje en coche, el asunto de mi hermano (otra cosa que tengo que contaros), la caña a la que estoy sometiendo mi red de telecomunicaciones y mis siguientes exámenes me han dejado en la reserva. Supongo que cuando pueda dormir más de un par de horas seguidas volveré a ser la brillante y chisposa criatura a la que estáis acostumbrados (o el ogro implacable que se come a vuestros hijos... cualquiera sabe!).

Qué más, qué más... tengo proyectos! Este verano se presenta movidito: viajes, amigos, trabajo, música... Espero no acabar con sobredosis de actividad. Aunque después de tanto tiempo de estar parado, la verdad es que se agradece. Y voy a ver si me cuido un poco, que tengo que preparar este cuerpazo mío para los viajes del próximo invierno y además no quiero que se me resista ninguna nunca más [guiño-guiño].

En el campo más mentafísico, tengo que deciros que amo la vida. Hoy el sol brila más y el aire me parece más limpio, menos viciado. Las cosas malas ocurren a veces, cierto, pero las personas buenas (me refiero a las que "salen bien", a las especiales, a las de pata negra, a las que te quieres parecer cuando seas mayor -o ahora mismo-) son una constante. Están, y yo afortunadamente tengo a unos cuantos (debí de ser algo bueno en otra vida, porque tengo más de los que me tocan!) alrededor y su número sigue creciendo. A los que sois, muchas gracias. Vosotros sabéis, yo sé y también es verdad que nunca tendré palabras suficientes para describiros. Por suerte, mi corazón es de renta baja, y ya tengo algunos inquilinos vitalicios.

Si fuera una foto, ahora mismo estaría de pie, de perfil, mirando hacia arriba, sobre un acantilado escocés, con un sol de justicia y llorando al viento. Llorando con una sonrisa de oreja a oreja. Las lágrimas son porque estoy triste... la sonrisa es porque aún así soy feliz. ¿Se entiende? Yo tampoco, pero es así. Bendita patata, que me trae tantas cosas buenas. Deleitándome en el hecho de ser humano, os dejo por hoy. ¡Cuidaos!

Buenas Noches y Saludos Peludos,

Diego.

12 julio 2005

Fascinado por el casi.

No sabía qué hacer, así que me he puesto a escribir. Generalmente, son esas pequeñas cosas que a menudo pasan desapercibidas para el resto de la gente las que más nos hacen pensar en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea. Y no puedo evitar la idea de que en cierta medida no somos más que seres que trasladan esas cosas de un lugar a otro y de una persona a otra. Pensad en la cantidad de objetos, informaciones y sensaciones que pasan por vuestras manos a lo largo del día y luego acaban en manos de otra persona.

Por ejemplo, los pendientes que llevo ahora, no los compré yo. Fueron un regalo de una persona especial porque ella había cogido unos míos, los cuales acabaron en un lugar desconocido (y seguro que viviendo sus propias aventuras). Ella a su vez, había comprado estos pendientes en algún puesto de venta ambulante a alguien que usó el dinero que recibió por ellos para “trasladar” otro objeto de una persona a otra. Da un poco de vértigo, pero en el fondo es hermoso pensar que todo está relativamente conectado y que, sin embargo, ello proporciona una infinidad de historias totalmente independientes, aunque muy próximas. Es esa fascinación romántica de las cosas que casi se tocan, casi coinciden, casi se cruzan, casi se caen o casi se conocen lo que muchas veces nos hace perder el miedo a lo desconocido y comprobar qué hubiera pasado si esto o aquello se hubiera tocado, hubiera coincidido, si aquello otro hubiese caído o si nos hubiéramos conocido. Vivimos, pasamos, ignoramos muchos “casis” y tomamos otros pocos: elegimos. A veces nos apesadumbramos por que unas elecciones cancelan otras posibilidades y tememos habernos equivocado, pero ésa es la belleza del asunto: siempre queda otra elección para hacer, otra curva en el camino que oculta lo que está por venir pero que a su vez es el camino para llegar a ese futuro. Paradójico, ¿no creéis? Supongo que aunque dé miedo, todo lo que impulse al cambio es inherentemente bueno.

Ahora me encuentro en un momento de mi vida en el que el camino que quiero seguir aparece claro y despejado ante mí, pero insidioso y misterioso como es, en cuanto levanto la vista para mirar al cielo y coger fuerzas, muta, se transforma y, al bajar la vista al suelo de nuevo, encuentro ramificaciones y encrucijadas donde antes no las había. Cada una es una tentación, pero sé que me apartará irremisiblemente de la ruta que elegí tomar con tanta determinación tan sólo un instante antes. Así que en vez de pensar en los caminos que casi tomo o las alternativas que casi pierdo, me concentro en contemplar lo que realmente he alcanzado y lo que definitivamente aspiro a conseguir.

Cuando siendo aún un niño decidí en qué manera iba a conducirme por la vida, pensé que si me mantenía fiel a mí mismo, podría examinar mis actos pasados y sentirme orgulloso de ser como había escogido. ¡Me equivoqué! Bueno, quizá equivocar no sea la palabra más adecuada... digamos que pequé de ingenuo. Lo que no sabía es que una de las lecciones que tenía por aprender es que a veces, la elección que hacemos se reduce a unas pocas alternativas y ninguna es la ideal. Supongo que es como cuando naces y tienes que salir del vientre de tu madre: pierdes algo en el proceso, generalmente algo de ti mismo, algo irrecuperable, pero tienes que afrontarlo. Ese es el camino, es el curso de la vida y estás inmerso en él. No digo que no haya salida y debamos resignarnos (¡eso jamás!) pero afirmo con rotundidad que uno no siempre es la estrella del espectáculo y no siempre es todopoderoso sobre sí mismo ni una voluntad imparable. Como dice la antigua oración, es necesaria sabiduría para reconocer lo que no se puede cambiar y cierta habilidad de auto-conservación para afrontar ese plato de mal gusto con la entereza y la claridad suficientes que permitan salir beneficiado de tal lance.

Es caprichoso el curso de mis pensamientos, así como el mundo en que nos movemos. Las cosas son casi predecibles y sus bases casi estables, pero las personas no son casi amables: son definitivamente hermosas y adorables, en el sentido más estricto del término. Aunque sean sólo una pequeña parte del universo y sólo una de las tantas maravillas ante las que sobrecogerse, son mi escalofrío favorito, mi sobresalto preferido y mi consuelo ante tanto azar y tanto casi. Si sois personas, sabed que aquí hay alguien que necesita de la belleza que supone vuestra mera existencia. Si además sois personas buenas, sonreiréis a menudo y ayudaréis (posiblemente sin daros cuenta y sin querer) a seres oscuros como yo a encontrar la calma en el universo. Si por el contrario os halláis entre aquellos a los que todo parece tenebroso, sólo os diré que abráis los ojos y miréis hacia el interior de los demás y de sus historias: cambiaréis algo de sitio y entraréis en la rueda que casi da sentido a todo lo demás ;)

Buenas noches y Saludos (casi) Peludos,

Diego.

UPS!

Ayer hubo algunos problemas con el template del blog (probablemente debido a alguna metedura mía de pata). Ya está la mayor parte solucionada, aunque hay que seguir afinándolo. Intentaré recuperar los links que he perdido, pero eso ya con más calma. Hala, disfrutad con el post de hoy!

09 julio 2005

Words are very unnecessary...

Ayer pasé una noche estupenda. La presuponía aburrida hasta el extremo, pero al final fue que no: tuve visitas en el ciber (Javi y Vicky, Rafa y Javi otra vez después) y tuve una de las conversaciones más agradables (y más largas, por suerte) de los últimos tiempos.

Entre las muchas cosas que movió esa conversación dentro de mi sanctasanctórum emocional, hubo reflexiones sobre la naturaleza humana, las filosofías de vivir y el futuro-presente (que dicho sea de paso, me gusta mucho más que el futuro a secas). Es posible que si tengo tiempo comparta con vosotr@s alguna de ellas próximamente. Total que entre pitos y flautas (y números menores que 0101) acabamos a las 5 de la mañana. Javi y yo cerramos el ciber y de camino a casa, nos pasó algo que nos hizo jurar en arameo (y a mí reflexionar un poco más sobre la mezquindad naturaleza humana).

Para que os hagáis una idea, os he hecho unos croquis de lo que pasó, mirad atentamente:

ANTES:



DESPUÉS:



Explicación: a las 5 de la mañana y sin motivo aparente, cuando paramos en un semáforo, algún gracioso (o grupo de graciosos) tuvo la brillante idea de tirarnos una cantidad bastante copiosa de agua fria desde un edificio cercano. Por supuesto, nos chopó enteros y nos cogió totalmente por sorpresa. La cara que pusimos debió de ser antológica, pero no se me ocurrió sacar el móvil para hacernos una foto. Javi llegó a su coche relatívamente seco (él llevaba el casco), pero yo tuve que irme hasta la playa completamente empapado (pelo, camiseta, brazos, pantalones...) y con un fresquete que hacía a esas horas de la madrugada la mar de "reconfortante".

¿Qué clase de "especimen espabilao" hace algo así y luego ni siquiera se ríe? Nosotros no oimos ni risas ni carcajadas ni insultos ni nada. Tirar un "poal d'aigua" cuando se para en el semáforo un scooter que hace más ruido que la mare que le parió o un bakala-móvil con el chunda-chunda a toda hostia, casi lo entiendo, pero ¿de manera gratuita? La gente está muy mal. Por favor, intentad darme una explicación... le regalaré algo a la que más me guste ;)

Me retiro a reflexionar.

Buenas noches y Saludos Peludos,

Diego.

07 julio 2005

Aim de Fokin Cra!

Cosas bonicas:

- He aprobado programación (un 7.4!).

- Anoche encontré al gato de la familia que llevaba 10 días desaparecido (casi habíamos perdido la esperanza, pero sólo casi :D)

- He empezado a leer un libro de los que me gustan: "El último Catón" de Matilde Asensi y me tiene enganchadísimo.

- A Eva ya le han puesto ADS-Ole!

- El miércoles que viene me voy a ver a los Scorpions


Cosas horribles:

- Lo que ha pasado en Londres. Pero qué burros llegamos a ser. No comment. Yo tenía un día estupendo hasta ahora.

03 julio 2005

Tiruriruriiiiiii

NOTA: Este post es de hace tres dias. Por motivos varios no he podido colgarlo antes... qué se le va a hacer: soy mala! /NOTA

Ayer me coaccionaron de manera vil, así que hoy hay post. La coacción consistió en la técnica más rastrera conocida por el hombre (y algunas mujeres): ¡me dijeron "por favooooooor"!... ¡y me pusieron ojitos!. Qué crueles que pueden llegar a ser los niños, ¿verdad? No temáis, ya me he puesto en contacto con la ONU, Ginebra y Amnistía Internacional. Esto no puede seguir así. Total que aquí estoy no-aprovechando un no-tiempo que sí-que-no-tengo.

Paso de ponerme profundo, así que os contaré una de mis últimas aventuras. Esta sucedió este martes, o sea el día 28 y es absolutamente verídica, por muy surrealista que os pueda parecer. Os pongo en antecedentes: mi amiguete Javi y yo decidimos aunar fuerzas para una excursión cojunta al extranjero (sí, Elche), porque ambos teníamos asuntos que arreglar allí y pensamos que mejor acompañados que mal solos. Yo tenía que pasar por la biblioteca de la facultad y Javi tenía que hacer una gestión en el Ayuntamiento. Mi misión no tenía más historia, pero la de Javi... fue toda una odisea. Aquí el planteamiento del problema:

Javi está estudiando Obras Públicas y uno de sus profesores le insinuó que podría sacar una nota de esas que nunca nos ponen a los demás si le hacía un informe sobre un hotel en ruinas que había en la playa de Los Arenales (que depende del municipio de Elche). Total, que el bueno de J. coge los bártulos de generar informes, se va para allá y se encuentra un edificio en estado más que lamentable, completamente precintado, vallado, pasteurizado y de puto acceso. Nuestro héroe (más tarde entenderéis porqué es un héroe) decide hablar con el dueño y pedirle permiso para entrar (total, sólo necesita diez minutos y tres o cuatro fotos), pero claro, en el hotel no hay ningún identificativo del propietario del inmueble. Javi se mete en internet para averiguar lo que pueda sobre la parcela en cuestión (sí, amigos, ¡la gente puede saber dónde vivís!) y sorpresa, sorpresa, la puta calle no sale por ningún lado. Ni corto ni perezoso (aunque un poco falto de criterio, todo sea dicho), Javi decide ir al Ayuntamiento de Elche y preguntar allí a quién tiene que llamar para que le dejen entrar. Ahí es donde entro yo (estuve un año viviendo en Elche y además estudio allí) y donde empieza la locura.

Alicante, 9:05 A.M.
Paso a por Javi de buena mañana, desayunamos en una cafetería cercana a su casa y nos vamos para Elche. El viaje sin incidentes, salvo los habituales camiones adelantándose unos a otros a 120 en la autovía. Decidimos resolver el asunto del hotel antes, porque la biblioteca nos pilla de camino a la salida y allí sí sabemos lo que vamos a tardar: nada y menos.

Elche, 10:00 A.M.
Llegamos al centro y sufrimos lo justo para aparcar. Afortunadamente, el vinículo se puede dejar en cualquier sitio (que en Elche significa "al menos a cinco minutos andando de allá donde tienes que ir"). Nos dirigimos al Ayuntamiento, pero en el portal contiguo encontramos la O.M.A.C. (Oficina Municipal de Atención al Ciudadano) y decidimos entrar a pregutar a dónde tenemos que ir para ahorrar tiempo y quebraderos de cabeza. (NdE.: ¡Pues menos mal!)
Nos dicen que vayamos a Urbanismo y nos explican muy bien dónde está (no, amigos, en el Ayuntamiento de Elche no hay dos departamentos en el mismo puto edificio). Afortunadamente, la distacia entre uno y otro no supera los 5 ó 6 minutos andando, pero no exagero ni un poquito si digo que a las 11 de la mañana había por la calle 35º. A la salida de la O.M.A.C. nos encontramos al Sr. Hernández, conocido nuestro y propietario de una inmobiliaria. Gilipollas de nosotros sólo le dijimos que veníamos a "hacer unas gestiones" y tampoco se nos ocurrió preguntarle si sabía dónde podíamos encontrar la información que buscábamos. Él era un profesional de esto y a nosotros se nos pasó preguntarle... nos merecemos lo que nos ocurrió. De todas maneras, en nuestra defensa diré que era una situación un poco incómoda, ya que ambos (Javi y yo) habíamos salido con su hija pequeña (y ambos de manera "seria"). Como comprenderéis, ninguno de los tres tenía ganas de invitar a una cerveza a los otros dos para ponerse al día, de hecho, aún me pregunto por qué, de todas las personas del mundo, nos lo tuvimos que encontrar a él.

Elche, 10:30 A.M.
Llegamos a Urbanismo con la lengua fuera debío a la caló que hasíaTM y allí nos atendió una tipa más seca que los lagrimales de Lenin. Lo que nos dijo fue de ir a mear y no echar gota: "no sé si eso lo llevamos nosotros, id al Ayuntamiento a preguntar". Joder, casi me parecería normal si le pasara la pelota a un compañero, pero no saber qué atribuciones tiene su propio departamento ¡me parece demencial! La tipa nos dice que rellenemos una instancia y que dejemos un número de teléfono que "ya nos llamarán". Lamentablemente, a esa parte estamos acostumbrados.

Elche, 10:50 A.M.
Conseguimos que nos atiendan en el Ayuntamiento. Por cierto, de camino nos encontramos otra vez con el señor Hernández. Nos saludamos cortesmente de nuevo con la mano, de lejos. Javi consigue un modelo de instancia y lo rellena mientras yo me echo una partidita con la GameBoy a la salud del estupendo aire acondicionado del que disfrutan los funcionarios. Salimos a una fotocopiadora cercana a hacer copia de la instacia y cuando volvemos esperamos pacientemente nuestro turno para hablar con el tipo que se especializa en ponerle sellos a las cosas. Cuando por fin conseguimos hablar con él, va y nos dice que no nos acepta la instancia porque no va a prosperar (no sabía que los funcionarios pudieran negarse a aceptar una instancia, oye). También nos informa de que la Oficina de Registro de la Propiedad no depende del Ayuntamiento, y como es allí donde tienen los datos que nos interesan, que hablemos con ellos, que él no nos lo va a decir y no piensa mover un dedo por nosotros. Tras cagarnos en sus muelas en voz alta y darle las gracias mentalmente (¿o fue al revés?) le pedimos la dirección de la Oficina del Registro de la Propiedad. El tipo nos da unas indicaciones bastante vagas, pero nos sirven. La mala noticia: esta vez nos toca darnos un paseíto cruzando el río, sin sombra y dando una vuelta considerable.

Elche, 11:38 A.M.
Las aceras con sombra ya son cosa del pasado a esta hora de la mañana, aunque eso no es lo que nos molesta. Lo que nos jode es ese sol de justicia que brilla y el calor opresivo que hace que andar requiera cada vez mayor voluntad. Llegamos a la susodicha oficina y este es el cartel que nos recibe:

"Mal empezamos" fue la frase que me vino a la cabeza. De los cambios de temperatura, mi garganta se empezaba a resentir, así que cuando estornudé y tosí como un caballo la gente me miró con cara rara. Qué se le va a hacer! 40 grados fuera y yo estornudando. En el mostrador nos atendió una chica bastante maja que decía que no tenía problemas en darnos la información que habíamos pedido, pero que necesitaba o el nombre del titular de la finca (eso era precísamente lo que nosotros queríamos) o el número de registro de la propiedad (eso era lo que no sabíamos). La tipa nos dice que sólo puede hacer búsquedas por esos dos criterios en el ordenador, así que vamos apañados. De todas maneras, nos dice que si sabemos dónde está la parcela, que pasemos por el la oficina del catastro (que no se llama así, como pudimos comprobar después), que allí tienen mapas y nos darán el número de registro. Que volvamos entonces y ella nos hará felices.

Elche, 12:03 A.M.
Resignación. Ese era nuestro estado de ánimo al dirigirnos a la oficina del catastro. Mientras buscábamos la oficina en el "distrito administrativo de Elche", Javi le fue a preguntar a un vejete que pasaba por allí dónde coño estaba la oficina del catastro. Yo aproveché para entrar en el edificio más próximo (que por supuesto era del Ayuntamiento - departamento de Bienestar Social) a hacer lo mismo, porque el vejete no tenía aire acondicionado y en el edificio municipal pude practicar el excelso arte del estornudo acondicionado. Llegamos a la misma conclusión: habíamos pasado 4 veces por delante del edificio esa mañana, sólo que en la puerta ponía "Gestión Tributaria" y nuestros cerebros derretidos no habían podido hacer las conexiones pertinentes. Allá que vamos y allá sí encontramos una cola importante. Luego resultó que iban varias personas juntas y no fue para tanto, pero mientras esperábamos, descubrimos dos cosas importantes:

a) había mosquitos entre el mobiliario de oficina y el precinto de este último. Encontramos al menos 3 ejemplares "disecados" de este modo.

b)Javi se apoyó en una pared (no había sillas libres) ¡y ésta cedió revelando una puerta secreta! Los dos dijimos "Tiruriruríiiii" y pensamos "mira, como en el Zelda!" Nos reímos mucho XD.

Ahora viene la parte increíble de la historia, no parpadeéis. Hablamos con un hmbre amable y le contamos la historia entera. Nos dice que lo siente mucho, pero que los datos que pedimos están protegidos por la Ley Orgánica de Protección de Datos y que ajo y agua. Aún así, le decimos que sólo buscamos los datos que salen en la web (y que por tanto, son públicos) y a los que no hemos podido acceder. Aquel contesta con lo mismo. De hecho se levanta, nos hace una fotocopia de un anexo a dicha ley y nos lo da. Ni lo leemos, pero nos hacemos una idea de lo que pone. Se nos queda mirando el hombre e inicia un diálogo que reproduzco aquí:

- Él: Esta información está protegida y yo no puedo dárosla.
- Nos: Pues vaya... (cara de decepción)
- Él: De todas maneras, ¡quién es el dueño de eso lo sabe todo el mundo!, ¡ja, ja, ja!
- Nos: [Caritas esperanzadas] ¿Sííííííí?
- Él: Claro, pero de manera oficial no puedo decíroslo.
- Nos: ¿Y de manera extraoficial? (aquí le dijo a Javi por lo bajinis que el tipo quiere que lo invitemos a un café).
- Él: Va a ser que no.

La cara de gilipollas que se nos quedó, debió de ser de antología. O sea, el tipo este nos dice que la información que queremos es de dominio público (además de ser liberada por un organismo oficial por internet) pero no nos la QUIERE decir. ¡Pero qué capullo! ¿Sabes lo que te digo? Que cabrón tú y cabrón túTM.
Le volvemos a contar otra vez lo de la página web del ministerio y que es información libre, y el tipo nos debió de ver tan encabronaos que se sacó de la manga el último recurso: ¡otro funcionario! Nos dio el nombre del Técnico en Protección de Datos del Ayuntamiento (primera vez que oigo el cargo, fíjate... ¿cómo he podido vivir hasta ahora sin saberlo?). Nos dijo dónde estaba su despacho y que fuéramos a verla para que autorizara la entrega de esa información. Por supuesto, ponte otra vez a buscar el puto edificio y el despacho dentro.

Elche, no-sé-ya-a-qué-hora A.M.
La técnico nos cuenta la misma historia. Nosotros no entendemos porqué sí se puede acceder a los datos por internet, pero nadie puede dárnoslos. Estoy a punto de pedirle a la tipa que me deje un ordenador que se lo demuestro. Aún así, ella se va a consultar a alguien y nos deja un rato ahí esperando. Al volver dice que haciéndonos un favor, ha encontrado una solución: tenemos que convencer al tipo del registro de la propiedad para que llame a los del catastro, que a su vez ya tienen permiso de la técnico de protección de datos. Bien, la gente del registro pedirá el número de registro (que a nosotros no nos quieren dar) y nos devolverán a nosotros los datos que pedimos (el titular), así nosotros no manejaremos ningún tipo de información reservada. Era una solución. Complicada, innecesaria y bastante estúpida, por cierto, pero una solución.

Ahora estamos más contentos, pero aún recelamos. Casi, casi, podemos ver el final de nuestro viaje.


Elche, Justo antes del ataque de histeria A.M.
Entramos confiados en el registro de la propiedad (sí, otra vez a cruzar el río y a darse el paseo) y ante el atisbo de complicaciones que percibió el tipo del mostrador (la chica amable ya no estaba) le pasó la pelota a un compañero del piso de arriba. ¡Típico! Subimos y buscamos el mostrador que nos habían dicho. Le contamos toda la historia al señor con barba que había allí y nos dice que no lo entiende. Que era la primera vez que alguien le pedía algo así. Le repetimos la historia, TODA. Nada, que dice que no sabe qué leches le pedimos. Se la contamos OTRA VEZ, esta vez con más palabras (pero con menor número de sílabas por palabra). Dice que esperemos que va a buscar ayuda. Al cuarto de hora viene otro tipo al que le volvemos a contar toda la odisea. Coge, se pira y nos da otro buen plantón. Al rato llega, nos mira muy serio (Javi y yo ya nos crujíamos los nudillos para partirle la cabeza a algún funcionario por lo menos) y nos da un post-it. Ahí venía el número de registro de la parcela, el nombre de la empresa titular del mismo y hasta el C.I.F. de la empresa! Pues vaya mierda de información reservada. Aunque si lo piensas bien es sólo cuestión de estadística encontrar un funcionario amable, toparse con uno, además, competente y compasivo es como acertar la bono-loto. Pensándolo aún mejor, que le den al profesor de Javi, yo preferiría lo de la bono-loto... pero me estoy desviando. Le dimos las gracias al chacho aquel veinticuatro pares de vecesTM y, antes de salirnos a la calle, el tipo se volvió a lucir diciéndonos que nos acercáramos a la sección de Arquitectura del departamento de Ubanismo (nos dijo cómo llegar allí: sí, otro edificio distinto más, amigos), que allí tendrían un expediente completo y que nos facilitarían directamente los datos de contacto más actualizados disponibles, ya que estaban en pleitos con la empresa por el solar en cuestión. Ya casi estábamos ahí.

Elche, achicharratus máximus A.M.
Para celebrar nuestro primer gran logro de la mañana y la saludable deshidratación que llevábamos encima, entramos en un sitio para beber algo frío. El breve descanso nos dio renovadas esperanzas en el género humano, pero la ingesta de líquidos llegó demasiado tarde a nuestros maltratados cerebros. Nada más salir del locar refrigerado, la bofetada de calor nos hizo desvariar: Javi comentó que esto ya parecía el juego de Zelda a lo que yo contesté que tenía bastante razón, que ya habíamos visto el puto desierto y todos los castillos y mazmorras habituales (los edificios municipales, se entiende). Además habíamos cruzado multitud de puentes (bueno, sólo dos, pero varias veces cada uno) y que en el momento menos pensado necesitaríamos un gancho extensible para hacerlo de nuevo o una varita de aparición de bloques. La cosa siguió hasta el extremo de empezar a discutir que no podía ser, que el malo final (nuestro siguiente destino, evidentemente) tenía que estar en una torre, o en su defecto al final de un oscuro laberinto de roca en lo alto de una montaña.

Elche, la recta final A.M. (como la una o algo así)
En estas nos encontrábamos, cuando llegamos al edificio al que íbamos. Nos costó encontrar la entrada (¡otra puerta secreta!), pero por fin entramos. Preguntamos a la gente que había por allí y nos dijeron que subiéramos al segundo piso y preguntáramos por Fulano de Tal, que era el que llevaba el caso. Por supuesto, la mesa de la persona que buscábamos estaba al final del todo del piso, pero mereció la pena. No sólo nos facilitaron un teléfono, si no la dirección del buffette de arquitectos (tengo que ir a visitarlo algún día, me han dicho que saben a pollo) que realizó los informes que la empresa propietaria del inmueble presentó al juez. Hasta nos dijeron cuál de ellos firmaba el informe. No nos dejaron ver los informes, pero ya teníamos más que suficiente. Contentos y agotados nos dirigimos hacia la puerta de las escaleras, y antes de bajarlas, miré hacia abajo por el estrecho hueco que dejaban los apretados escalones, me giré hacia Javi y le dije: ¡pues a mí esto sí me parece una torre!

FIN