31 mayo 2005

Aaaaaiiiiiiiiiiissssssssss..... (suspiro de hombre)


"There is freedom within,
There is freedom without,
try to catch the deluge in a paper cup.

There's a battle ahead,
many battles are lost,
but you'll never see the end of the road while you're travelling with me..."


-- Don't Dream It's Over by Crowded House



"Hay libertad en su interior,
hay libertad sin ello,
pero intenta retener la inundación con un vaso de papel.

Una batalla nos espera y
muchas batallas se pierden,
pero nunca verás el final del camino viajando conmigo..."


¡Cuánto me gustaría encontrar por fin a alguien a quien decirle esto!

No me hagais mucho caso, que tengo el día tontorrón.

Buenas noches y Saludos Peludos.

Diego.

28 mayo 2005

Bloggearse o morir.

Es algo que tenía que llegar con el tiempo. Estadísticamente, era una verdad obvia, aunque me resistiera a creerlo. Hoy me he dado cuenta de que la explotación a la que me someten mis jefes tiene una consecuencia positiva: soy uno de los pocos que bloggean en fin de semana. Bueno, sí, de acuerdo... esta afirmación no se basa en una extensa tradición de actuaciones impecables, pero sí es verdad que la cosa degenera lo suficiente en el trabajo como para que os eche unas palabras, que, como ya sabéis, para eso me pagan. O eso o es que no tengo vida, que también podría ser, me temo.

Resulta, que bastante aburrido aquí frente al ordenador, me he hecho otra ronda por mis blogs habituales, ya que hace unos días descubrí alguno más que curioso, como por ejemplo el de Covadonga o el de Maripilix, ambos enlazados desde Las Heliotagóricas. Todavía me sorprende cómo el sistema de "el amigo de un amigo" funciona, y cómo lo utilizamos para establecernos, proveernos y extender nuestra influencia a este medio virtual. El hecho de que algunos creamos que enriquece nuestras vidas conocer las de otros supongo que no es más que accidental, ¿verdad?. Un efecto secundario de la necesidad egoísta de que nos valoren y conozcan.

He entrado en esta dinámica de pensamiento un tanto dura a lo largo de mi ciber-excursión de esta tarde. Del mismo modo que el descubrimiento de esta tarde sobre mis hábitos bloggeros, el segundo de hoy era de ese tipo de cosas de las cuales conoces la existencia a ciencia cierta, pero esperas que nunca aparezcan. Hasta que te las encuentras de frente y entonces te dices a ti mismo que odias llevar razón, pero era de esperar.

Al parecer hay un tal individuo que disfruta juzgando los blogs de los demás con una sección permanente en su propia bitácora que indica los que le han caído en gracia y los que no, mediante el originalísimo método de suben/bajan, como hace la revista de Ana Rosa, el Diez Minutos o el panfleto de las marujas de mi barrio, que están demasiado organizadas para mi gusto, por lo que se ve. No es que pretenda descalificar el trabajo de Borjamari, Bob me libre, pero si él se permite creer que puede decir a la gente qué leer (o incluso creer que a la gente le interesa), yo puedo permitirme creer que precisamente está cayendo en la dinámica de "clanes", "lados" y "bandos" que tanto, y de forma tan jodidamente condescendiente, critica (a mí me saca de quicio la gente que está en "otro nivel", ¿a vosotros no?). Ahora que lo pienso... yo también lo estoy haciendo, pero yo nunca dije que fuera infantil, de hecho, lo encuentro bastante divertido. Lo siguiente será jugar a indios y vaqueros y al "y tú más", así daremos un nuevo paso hacia la integración en este país de sobraos.

Por supuesto, todo lo anterior puedo permitírmelo porque no soy una superestrella bloggera ni pretendo serlo (las divas estamos por encima de eso, je je) y lo que diga la gente de mi blog me la trae al pairo (que para el que no lo sepa es un estado de calma chicha), a menos que me guste lo que digan y me alegren el día (guiño - guiño).

Pasado el arrebato belicoso, os recuerdo que las opiniones son como el culo, que por supuesto tengo la mía y que el botón con la gran X roja existe para utilizarlo en caso de necesidad. Tomaos lo que aquí se dice con una pizca de humor (unos pinchitos y algo de buena compañía también ayudarían lo suyo) y pensando que no soy demasiado estable mentalmente. Eso sí, recordad que los que os dicen qué pensar, qué leer, cómo vestir o hacia donde mirar cuando estáis a cuatro patas necesitan un abrazo más que nada en el mundo. Este ha sido mi sermón paternalista e impertinente de hoy, que ustedes lo disfruten.

Buenas noches y Saludos Peludos.

Diego.

27 mayo 2005

Round and Round

Bueno, venga, va. Ya que en el post de ayer me puse un poco cabroncete y conté más bien poco, voy a desfacer el entuerto y a desagraviar a los agraviados contándoos algo de lo que pasó.

Primeramente, lo que prometía ser unos amigos saliendo a comer por ahí se convirtió en una "comida de trabajo" porque sólo nos presentamos ahí gente del ciber. Y nada, que me los llevé a Altea a comer sushi, y como ese día en el restaurante no había tanto follón, esta vez se portaron. Además, no sabía yo que hacían tan rico allí el sate. Como ya es tradicional, después de llenarse la panza con pescado y arroz, nos fuimos al bar de moteros por antonomasia, y allí recuperamos el lamentablemente extinto arte del pinball. Para no perder el rollito del bar, la máquina era temática: de Elvis. Una risa ver cómo un Elvis de plástico movía las caderas al ritmo que marcabas puntos o cómo se le podía reventar el hocico a un hound dog que además era un puto. Después de invitar a una camarera a venir conmigo al concierto de los Scorpions en Talavera este verano (Eva, esto también es una invitación para ti, sólo dime si quieres entrada :P ), le acabamos de enseñar a Elvis quien mandaba (no fui yo, si no uno de mis acompañantes) y acto seguido nuestra vista se posó en la máquina de juegos con fotos y cartas, de esas que tienen la pantalla táctil. Bueno, esa también recibió lo suyo... a ver cuánto tardan los moteros borrachos en derribar el récord de las fotos de animalicos.

Nada, que después de admirar algo de la fauna benidormense nos volvimos para Alicante. ¿A recogernos? Ni de coña. Dejamos a J. A. en el ciber (lo sentimos por él, en serio... sí, claro, mucho... aha...) y Jose y yo acabamos en su casa, donde me regalaron un tocadiscos (sí, de verdad, gracias Jose y familia!). Acto seguido, como si eso no fuera bastante, Jose me hizo cenar las mejores patatas Strogonof que he probado, en un bar con una bebida en una mano, y las piedras de go en la otra... además recibimos una clase de Sergio, que es un jugador tela de bueno.

Visto lo visto, vamos a tener que salir los tres juntos más a menudo. Hubo un momento frikada impagable, que fue cuando íbamos a casa de Jose. Imaginaos la escena: las 8 de la tarde, aún con sol, con calor pero se estaba bien, por el centro de Alicante íbamos Jose y yo con las ventanillas bajadas, en el coche de mi madre (para l@s que no lo sepáis, es un New Beettle rojo la mar de molón) y con "Las Burbujitas" de los Mojinos Escozios a toda castaña. Por supuesto íbamos cantando y bailando e incluso confraternizamos con algunas personas mayores en los semáforos. Lo que pasa es que nos picamos y después de Las Burbujitas vinieron "Ábreme la Puerta", "Te voy a Petar el KKs" y "The Final Countdown". Los dos cantando a voz en cuello, y riéndonos sin parar. ¡Qué escena!

Esperando haber satisfecho vuestras necesidades marujiles con estas naderías, me despido por hoy. Que tengais tod@s un buen fin de semana.

Buenas noches y Saludos Peludos.

Diego.

Aventuras

Hoy ha sido un día tremendamente interesante.








































25 mayo 2005

Set mode empollón ON

Bueno, otra noche, otra tontería. Ahora mismo estoy en el curro, porque le he cambiado el turno a mi compañerete Christian. La cosa es que casi es hora de cerrar, pero no podía irme a casa sin escribiros unas letricas.

Hay algo que me viene preocupando de un tiempo a estas partes y por supuesto, son los exámenes. ¿Os habéis dado cuenta de que cuando llega la época de exámenes el mundo se transforma en multitud de aspectos? No sólo el aire huele mejor, la hierba parace más verde y las mujeres son más tentadoras (dos cosas: la primera es darle la bienvenida a mi verdadero yo, ya se le echaba de menos; la segunda es que las mujeres NUNCA han dejado de ser atracativas, sólo que en primavera lo parecen más), si no que además, como por arte de magia, empiezas a retomar aficiones que creías perdidas, los programas de la tele son más interesantes y tu teléfono empieza a sonar de un modo que no ha hecho en todo el puto invierno. ¿Será designio divino que no podamos tener los exámenes en paz?

Probablemente, lo que pasa es que no tenga ganas de pasar por ellos, pero como no estoy acostumbrado a estos arranques de sinceridad y además esta explicación me parece demasiado simple, la vamos a descartar así por que sí y de buenas a primeras en aras de un post mucho más entretenido. Y dicho esto, os voy a contar la historia de porqué los exámenes los ponen en junio y no en noviembre, que es un mes feo como pocos y que invita más bien poco al esparcimiento y el refocilóse.

Todo comenzó un día que iba el mes de Chupiembre por la calle y a punto estuvo de atropellarle una paloma que volaba bajo y sin luces de cruce. Os pondré en antecedentes para que no os extrañéis: el mes de Chupiembre, puede que resulte desconocido para los más jovenes de vosotros (data de aquellos tiempos épicos en los que el año tenía más meses, menos complicaciones y Benidorm no estaba lleno de guiris porque no había), pero era el tradicionalmente escogido para todas las pruebas realizables en el universo conocido (que tampoco era muy grande entonces, pero sí estaba más limpio). Las pruebas de embarazo, se hacían en Chupiembre; las pruebas de sonido, también, así como las pruebas de ADN y las catas de vinos, que aunque se llamen así también son pruebas. La Guardia Civil, los equipos de animadoras y los gorrones son otros de los gremios que hacían pruebas por esas fechas. Por supuesto, todo el mundo académico también celebraba sus pruebas en esta época: tanto los exámenes ordinarios como las pruebas de acceso y por supuesto las pruebas de aguante y paciencia para los becarios. La razón de esto era que Chupiembre era un mes buenazo, y todas las pruebas salían como les interesaban a los interesados, valga la redundicia. De ahí el nombre de Chupiembre, malpensados (esto es un hecho científico, las pruebas de los becarios no tienen nada que ver con el nombre de este mes; que las revisiones de exámenes se hicieran en Culio, es harina de otro costal, empero).

En tal estado de cosas, ocurrió una desgracia: la paloma que el día anterior había estado a punto de atropellar al pobre Chupiembre se transmigró en autobús de línea regular (sí, se ve que podía, yo tampoco me lo explico: las líneas regulares están solicitadísimas) y esta vez, consiguió su objetivo, a pesar de que en el momento sí llevaba las luces de cruce.

Eso era un contratiempo, sobretodo para el pobre finado (mira! otra palabra que tenía ganas de escribir), y para que el orden natural no se viera alterado más de lo necesario, se convocó una cumbre de urgencia entre los otros meses del calendario para arreglar el penoso asunto de las responsabilidades huérfanas de Chupiembre. Así, hubo un acalorado debate sobre quién debería albergar qué acontecimientos y cuáles iban a ser las retribuciones por dichas responsabilidades, que allí, cada vez que pasaba algo, subía el pan. El debate, por supuesto estuvo lleno de salidas de tono y malas formas, de ahí el tradicional lenguaje de otros debates que nosotros gustamos de ingorar como por ejemplo el del estado de la nación o el de investidura del presi. Al final, se armó tal revuelo que los meses decidieron plantearse las cosas en serio y renovarse por dentro. Conclusión: organizaron una especie de Concilio Calendario II y se hartaron de bífidus activos (a los que ya sabéis la manía que les tengo si habéis leido antes mi blog).

Para acortar un poco la historia, os diré que entre otras cosas se instauró una nueva política de nombres y todos los meses se cambiaron el suyo, además, se acordó la norma de no-intromisión en la vida humana (hasta el punto que tal cosa era posible) así como limitar el número de meses activos a doce y que se llamaran con acuerdo a su cargo, ya que era necesario asegurarse de que se contaba con suficientes suplentes para cubrir cualquier imponderable (esto quedó de manifiesto tras la pérdida de varios meses más debido a las "amistosas" negociaciones que tuvieron lugar en el Concilio). Estas y otras decisiones motivaron cambios tan importantes como que Calorio pasara a llamarse Agosto, que Florealio adoptara el nombre de Mayo, mucho más manejable, dónde va a parar, o que el cargo de Febrero se viese limitado a 28 días con posibilidad de renegociación periódica. Esta última medida se hizo necesaria debido a las dudas albergadas por el resto de meses con respecto a la capacidad de Pimplio (el primer Febrero) de gobernar un mes "full size", por razones obvias.

Mención especial le dedicaremos a Culio, que era un mal bicho de mes. Con el cuerpo aún caliente de Chupiembre (sin duda la reacción del mes con el autobús fue exotérmica), Culio insitió en reclamar para sí todas las funciones del difunto (¿difuncionado?) Chupiembre. El consejo no tuvo más remedio que ceder a dichas presiones y le concedió el derecho de que las tradicionales pruebas se celebraran durante su mandato, eso sí, las limitó a las académicas y como condición exigió a Culio que se cambiara el nombre a uno más acorde con su cargo. El pérfido mes estuvo barajando varias posibilidades, entre las que se encontraban lindezas como Faenio, Porsaquelio, o Coñarzo. Finalmente se decidió por Joenio, que el Concilio sabiamente limitó a un más diplomático Junio.

Desde entonces, niños y niñas, tras el estupendo tiempo de Mayo y antes de la promesa de Julio, nos vemos obligados a superar todos los años la mala hierba del sexto mes. En pocas palabras (y creedme que he usado pocas para todo lo que realmente aconteció tras el aciago incidente de la paloma), esta es la historia de porqué en la mejor parte del año tenemos que pringar como pardillos.

Al final, he tenido que acabar esta historia desde casa, que hablando del tiempo se me ha escapado la noción del idem por la puerta.

Os voy a dejar por hoy, que parece que ya se me ha pasado el colocón de Trinaranjus de cebolla que llevaba y me apetece meterme en la cama. Cuidado con las cosas que me hacéis pensar, que como veis no conducen a nada bueno. Cuidaos.

Buenas noches y Saludos Peludos,

Diego.

23 mayo 2005

Madre mía la que he liao.

He estado leyendo los posts de todos los blogs que conozco desde que desaparecí de la escena bloggera y me he quedado muy sorprendido. Jamás habría pensado que a la gente le importara realmente si yo escribía aquí o no, pero supongo que cuando algo forma parte de tu rutina y te alegra un poco el día sabiendo que no estás tan solo, sí se hace importante. Al menos, ese es el efecto que tienen todas vuestras bitácoras sobre mi día a día, ahora lo entiendo. Perdonad por no haberos dado ninguna explicación, que sepáis que me ha tocado la patata que os acordárais tanto de mí.

Para todos vosotros, porque lo habéis pedido:

¡SALUDOS
PELUDOS!

Dedos rápidos

Después de pasar por una fase de reseteo existencial, por fin vuelvo con vosotros, mi querido público. Para dar rienda suelta a lo que se me pasa por la cabeza y acabar de aguaros la fiesta, hoy toca desvarío.

Estos últimos días me han pasado un par de cosas importantes. Bueno, han sido más, pero dos más que el resto. La primera es que me he distanciado de la vida que conocía (gente, horarios, obligaciones, blogs...) y he vuelto. ¿Sabéis lo que he descubierto? Que no estaba tan mal como había pensado. Me he deshecho de un par de cosas que me estaban incomodando bastante y ahora me encuentro mejor. El volver a reencontrarme con la gente que me quiere, el no buscar a gente que no lo hace (haga) y sobretodo dejar de pensar con miedo me han conducido de vuelta a un redil que ya daba por perdido. Esto me gusta, es bien.

La segunda cosa wonderfulosa que me ha pasado, es el juego del Go. Ya os hablé de él en algún post anterior (hala, ya sabéis, a releer tocan) y me tiene completamente enganchado. Algunos de vosotros pensaréis que es la neura de este semestre, esa que tradicionalmente se me contagia para renegar de mis obligaciones académicas, pero no. De hecho, es todo lo contrario, y os explico. Casi todas las personas aprenden de las experiencias de dos maneras a la vez. La primera es consciente (recuerdas los pasos para hacer algo, comprendes activamente los principios en los que se basa, etc.); la segunda es más sutil, inconsciente: la sensación que te deja, los instintos que pones en juego, los mecanismos "automatizados" que estimula o que crea y que te hacen una persona única y especial. Pues bien, he descubierto que el Go utiliza los instintos más primarios (supervivencia, defensa, ataque, provocación) pero requiere que se utilicen de manera ordenada: hay un tiempo para vivir y otro para matar, uno para huir y otro para luchar, como dice la canción (que seguro que no era exactamente así, pero ya sabéis cuál es. Si no lo sabéis, es "Turn, turn, turn" , creo que de los Byrds).

Venía diciendo, que una de las destrezas que primero aprende el novato en el juego del Go es a saber "leer" los momentos. Otra de las lecciones, es que uno puede crear esos momentos para poder potenciar los efectos perseguidos. Lo único que hace falta es paciencia, perseverancia y un puntito de ambición. Hasta ahora suena igual que cualquier otro juego de estrategia medianamente complejo. ¿Por qué, entonces, ha sido tan importante para mí descubrirlo? La respuesta en el siguiente párrafo.

Para responder a la pregunta anteriormente planteada (por favor, volved a leerla -¡Toma bucle infinito! ¡Chúpate esa, profesor de programación!), es crucial que entendáis que uno de mis mayores temores (por no decir el malo final del juego de mis temores) es el miedo al vértigo. Es un sentimiento que va más allá del miedo a los impuestos o a que venga la suegra un domingo por la tarde, de hecho, ni siquiera es comparable al miedo a encontrarse a la madre de Tamara. Es más el miedo que tienen los niños a la oscuridad, o los románticos a la soledad más absoluta; de hecho no es miedo, es pavor. DING DANG DONG Para aquellos que deseen conocer más a fondo la diferencia entre MIEDO y PAVOR, hay dispuesta una degustación gratuita en la 4ª planta. Gracias DING DANG DONG

Lo que yo llamo "miedo al vértigo" (es pavor, pero bueno, eso lo habréis entendido los que hayáis leido el párrafo de arriba), es a que la rueda de la vida me aplaste porque gira tan deprisa que no puedo controlarla. Ya sabéis: estudios - trabajo - novia (hipoteca)- familia - niños - jubilación - muerte - hipoteca. Me acojona sobremanera perderme a mitad de camino o descubrir a la vuelta de un tiempo que he desperdiciado mi vida, que no he hecho lo que quería hacer con el tiempo que me dieron y que además no lo he pasado bien intentándolo. La única salida que veía para no quedar atrapado en ese círculo era no entrar en él, claro que eso llevaba hacia su propia rueda vertiginosa: ser un mantenido - ser un deshauciado - ser pobre - ser un mendigo - soledad - muerte - hipoteca. Como veis, el final es el mismo: uno se agobia ante la disyuntiva: un destino incontrolado y desgraciado, o uno incontrolado, desgraciado y encima putísimo. El miedo a eso que aún no ha pasado (y que probablemente nunca pasará, porque soy demasiado guapo para ello) es lo que me atenaza, porque en cuanto lo pienso, de lo único que tengo ganas es de ser el esclavo sexual de Shakira o de autodestruirme, y la muy zorra aún no se ha dignado a cogerme el teléfono, así que cada vez queda un poco menos de mí. ¿Qué desencadena esos ataques de vértigo? Pues la falta de tiempo, el no cumplir con los objetivos que uno se propone, la sensación de estancamiento y self-sabotaje.

Por eso el Go me ha venido tan bien: si en un juego con más de 4000 años, que es tan complejo que tiene un número de posiciones posibles varios órdenes de magnitud mayor que las del ajedrez, y en el que hay más variaciones posibles que átomos en el universo conocido, uno puede controlar el destino de la partida, contrarrestar cualquier ataque o capear cualquier eventualidad eligiendo con cuidado sus movimientos y no teniendo miedo, ¿por qué cojones no iba yo a poder dirigir una vida de apenas unas décadas? Sólo tengo que elegir mi momento, y no parar. Lo importante es saber que hay caminos para arreglar cualquier situación y que, si uno se pone las pilas a tiempo, es capaz de darle la vuelta a la tortilla. Y lo mejor de todo: este sistema de planear, ser audaz pero con un propósito claro, y no bajar la guardia, funciona. Le funcionó a no-se-qué emperador chino hace milenios para educar a un hijo medio tonto y entretener a las mentes más brillantes del mundo (del mundo de entonces, se entiende), que escribieron tratados de estrategia militar basados en él, no me va a funcionar a mí para algo tan tonto como no tener miedo al curso natural de la vida esta que me ha tocado vivir.

Pues lo dicho, amigüit@s, que ahora mi siguiente movimiento será aprobar todos los exámenes que pueda en el próximo mes de junio, y espero hacerlo sin miedo a convertirme en un fracasado... al fin y al cabo ¿cuántos fracasados conocéis capaces de juntar tantas letras sin hablar de otra cosa que de ellos mismos? Pues eso, que yo sólo conozco a seis.

Se me ha cansado la mano y la cabeza: los dedos rápidos sólo duran "lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks", y los míos ya se han derretido.

Por cierto, que sepáis que he tenido que hacer horas extra en el curro para poder publicar esto. ¡Mi rencor os perseguirá hasta la próxima entrega!

Buenas noches y Saludos Peludos,

Diego.

22 mayo 2005

Que no se diga

Para los buenos, para los malos (eso, para mí), para los de siempre, para los nuevos, para los excépticos, para los que confian, para los aburridos, para los ocupados, para los que leen, para los que escuchan y para todos aquellos que no me echaban de menos....

¡HE VUELTO!



y esta vez no pienso hacer prisioneros.